LOS NIÑOS DE LAS CORPORACIONES
Los niños resultan vulnerables a la invasión publicitaria porque son menos capaces que los adultos de comprender que el propósito de la publicidad no es informar de la existencia de algo bueno y divertido, sino generar consensos en favor de los intereses corporativos, reforzando la inclinación hacia el consumo de determinados productos y servicios. Es preciso alertarnos - ¡al menos nosotros, padres y educadores! - y tener siempre presente que, en un sentido fundamental, el propósito de la invasión mediático-publicitaria y la propaganda corporativa en genral es colonizar sin más las subjetividades de los pequeños para que acepten como suyos unos estilos de vida particulares, unos sistemas de creencias y una jerarquía de valores específicos. Para, al fin de cuentas, imponer con paciencia, programa tras programa, spot tras spot, cartel tras cartel, una cosmovisión de la realidad funcional a los intereses del mercado.
Los creativos publicitarios y sus jefes gustan de apuntar sus dardos venenosos contra los más pequeños por varios motivos: en primer lugar, el dinero que los niños pueden gastar irreflexivamente; segundo, la influencia que pueden ejercer los niños sobre los padres mediante los berrinches y caprichos, funcionando como pequeños "relaciones públicas" de las corporaciones en el seno de la familia. De hecho, un alto porcentaje de los consumos "adultos" dentro de la familia están influenciados por los más pequeños del grupo: qué auto comprar, dónde ir de vacaciones, dónde ir a comer, cuáles son las salidas preferidas, etc. Por último, el motivo más importante para avanzar sobre los más chicos radica en la huella que las corporaciones imprimen a fuego en esa pequeña persona, comenzando a construir desde la más tierna infancia lo que denominan “lealtad hacia la marca” - teniendo en cuenta el dinero que estos niños gastarán cuando sean adultos.
A este proceso lo definiría mejor como "lealtad hacia el mercado", poque quizás la marca elegida no sea la misma hoy que en un futuro (y en última instancia, resulta algo anecdótico), pero sí lo serán - presumiblemente- las inclinaciones, las preferencias y la jerarquía de valores forjados durante los primeros años de vida.
Uno de los principales obstáculos para crear un ambiente que capacite a los niños a incorporar valores socialmente constructivos y estilos de vida saludables, es el bombardeo de mensajes mediático-comerciales, la publicidad, los patrocinios y las promociones. Es crucial que los mensajes que estimulan prácticas dietéticas malsanas, la fascinación por los productos de consumo o la inactividad física, sean desterrados de los medios de comunicación, y en su lugar se impulsen mensajes positivos y saludables.
La televisión funciona como un hiponotizador masivo, emplazado en un lugar estratégico, para implantar segundo a segundo, unas creencias bastante específicas sobre la realidad. Una vez que esas creencias y categorías están implantadas en la mente de los niños, la información que perciben sobre la realidad a través de sus sentidos, la procesan necesariamente en función de esas creencias y esas categorías que han internalizado previamente. Lo que llamamos cultura de masas, la cultura mediático-consumista a la que está sujeta la población infantil, puede ser pensada como una suerte de gran agente hipnotizador.
Cuando los adultos - docentes, padres o educadores- comenzamos a investigar sobre las estrategias que se implementan desde el Aparato de Propaganda del Poder para lograr la colonización de las mentes infantiles, lo que más sorprende no es tanto el hecho de que exista tal cosa, ni la impunidad con la que se lleva a cabo, sino la escala en la que se desarrolla el fenómeno...
Por efecto de la repetición continua, los valores y los modelos identitarios que promueven estos mensajes - fascinantes y de aspecto altamente deseables- se implantan de forma subliminal en el psiquismo de los jóvenes espectadores. La mente infantil, más tierna y vulnerable, absorve toda la información como una esponja en sus estratos inconscientes, y antes de que el niño pueda aprender a escribir su nombre, ya habrá desarrollado "lealtades" hacia ciertas marcas, preferencias hacia ciertos productos específicos, aprendizajes de ciertos estilos de vida direccionados por la fuerza de la propaganda y la cultura de masas. Luego, los sujetos crecerán en el convencimiento de que toman sus decisiones con autonomía, cuando lo cierto es que sus creencias más íntimas, sus valores, y sus ideales han sido "formateados" desde un primer momento por la influencia del mercado y los dispositivos de propaganda del poder. Esto no quiere decir, por supuesto, que todos los aspectos de sus vidas estarán determinados por el influjo del mercado, los medios masivos y la publicidad, pero sí que adquirirán, en general, cierta "direccionalidad" y no otra, que condicionará los caminos posibles para el sujeto.
Las mentes infantiles - que son mucho más permeables a los productos audiovisuales que las mentes maduras- están siendo bombardeadas por una explosión permanente de mensajes adictivos y de alto contenido ideológico. Los arquitectos de la realidad mediático-consumista son especialistas en la producción de sofisticados productos culturales con los que logran colonizar las subjetividades de las niñas y los niños de baja edad, en una tarea de por vida que comienza prácticamente desde la cuna.
Llegados a este punto, sería interesante que los adultos - los padres, los docentes- comenzáramos a abrir espacios de reflexión para hacernos nuevas preguntas, ligadas a los desafíos actuales que plantea la educación de los chicos:
- ¿De dónde obtienen los niños y las niñas su visión del mundo?
- ¿Qué fuente de información da forma a sus gustos, a sus intereses?
- ¿Cuáles son sus modelos identitarios?
- ¿De qué valores se apropian los niños y las niñas?
- En última instancia, ¿de quiénes son los chicos? ¿De sus padres, o de los "Arquitectos de la Conciencia" que operan através de los medios masivos de comunicación y la industria de la Propaganda publicitaria?
Recuperar a nuestros niños y niñas de los embolventes tentáculos del mercado implica necesariamente, antes que nada, asumir la responsabilidad de recuperar -cuestionar, repensar, redefinir- nuestro lugar como padres, nuestra función como docentes y como educadores.
A nivel institucional, creemos necesario y urgente implementar en la currícula educativa, de manera seria y sistemática, una asignatura de corte transversal basada en la educación para el consumo crítico y responsable de los medios de comunicación y la publicidad.
Proyecto Squatters en Educación
¡Saltá la valla!
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