Fabricando el consenso: Naturalización de la desigualdad de género

Somos criados por una gigantesca pantalla de plasma que nos muestra en alta definición una catarata interminable de comunicación comercial - las mil formas que puede adoptar la camaleónica publicidad -, a través de la cual se nos enseña cómo debemos ser, cómo debemos pensar, por qué debemos reir, por qué llorar, cuáles son los límites de nuestra conciencia y de qué se trata el ejercicio de la libertad. Somos consumidores, con derecho a consumir, en una sociedad consumista que consumiendo se consume a sí misma. Somos sujetos de la opinión de otros, y tenemos el derecho de escuchar. La libertad de expresión, es la libertad que tenemos para repetir entre nosotros lo que otros ya han dicho en televisión. Gracias al esfuerzo común del emprendimiento privado y las políticas públicas enfocadas en garantizar al menos un televisor por cada hogar, los manipuladores y los vendedores de ilusiones se aseguran una difusión que jamás soñó el más ambicioso de los predicadores. El poder de persuasión...