La UCES, un compromiso indeclinable con el mercado

Hace apenas unos días, más precisamente el sábado 24 de Abril, estaba yo en mi puesto de trabajo, encorvado frente a una computadora, sustraído, chateando apasionadamente en la plataforma de Ebuddy (recomendable para los que no quieren o no pueden usar el MSN de Hotmail). Mientras “conversaba” con la pantalla luminosa, intentaba hacer una división instrumental de mi cerebro, para alcanzar la misma eficiencia tanto en la charla como en la labor que tenía asignada. De pronto, apareció titilando y a todo color una publicidad que atrajo poderosamente mi atención. Me cautivó. Algo había en ese pequeño anuncio digital que me parecía incomprensible, asombrosamente incoherente, indigerible.

“No debo estar entendiendo de qué se trata”, pensé. La imagen que tenía este anuncio bien podría promocionar una discoteca, un chat de encuentros, un refresco de moda, un i-pod, en fin, cualquier cosa que estuviese dirigida al gigantesco mercado de lo eterno adolescente.

“Un lugar para hacer más amigos”, repetía una tipografía animada; y mostraba la silueta colorida de distintos jóvenes modelos (uno podía adivinar que eran todos chicos blanquitos, de clase media-alta, y que viven su vida según el precepto super cool “let it flow”). Hasta ahí, nada del otro mundo en realidad. Otra vez sopa... Excepto por el pequeño detalle de que el anuncio estaba firmado por la UCES, la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. ¡¿Cómo?! ¿Debe ser el aviso de un foro de la UCES, para que sus jóvenes clientes se sientan parte de una comunidad re-copada? ¿O será que la UCES está tan falta de espíritu crítico, tan falta de vergüenza intelectual y cayó tan bajo que se está vendiendo al gran público adolescente como si fuera una enorme discoteca?

No pude contener la duda e hice “click”. Confieso que, desde el fondo de mi corazón , esperaba llegar a un foro intimista o a uno de esos lugares de encuentros anónimos que suelen terminar con propuestas subidas de tono. Pero no. Allí estaba, con toda su solemnidad institucional, la página de inicio de la UCES. Con la misma cara que segundos atrás me invitaba a conocer muchos amiguitos, la UCES, me aseguraba ahora que “Los Estudiantes que completen sus estudios universitarios en los próximos cinco años serán, como profesionales, los líderes del siglo XXI y deberán ser formados en una Universidad de Alta Performance como UCES, que sostiene un compromiso indeclinable con la excelencia académica.”

Excelencia académica. Compromiso indeclinable. Líderes del siglo XXI. Toda esta hipérbole discursiva y mascarada institucional, combinadas con la frescura y liviandad del slogan “un lugar para hacer más amigos”, rebasó ampliamente mi capacidad de tolerancia frente a la violencia simbólico-mediática, frente a la banalización ya insufrible de todo valor social y la imagen tan horrendamente superflua y degradante que las corporaciones -en complicidad con los obsecuentes publicistas, "estos hombres de arena, que sólo trabajan para la progresión del desierto" - construyen de los jóvenes y de lo que es la vida.

Aclaración: La idea fundamental de este Post es generar un espacio para la reflexión, y el intercambio depuntos de vista. A veces los métodos para provocar la reflexión pueden ser más o menos polémicos. De todos modos, sostenemos que es la publicidad original la que falta el respeto a los alumnos de la UCES y denigra a la institución. Eso debería quedar bien claro. Allí, en el discurso publicitario, reside el punto de la polémica...

Al estar tan naturalizada esa forma de hacer publicidad, nos cuesta encontrar lo miserable y banal de los valores que transmite. Lo que hacen los otros dos contra-anuncios es, simplemente, pararodiar y emular grotescamente la banalidad y falta de seriedad del anuncio original de la UCES. Es como una amplificación bizarra de los valores y prejuicios que convoca el anuncio original. La crítica recae sobre la publicidad, sus valores, y los dirigentes de las instituciones que las autorizan y financian. En ningún momento intenta emprenderla contra los alumnos de la institución y tampoco contra la institución.

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La construcción de una mirada crítica nos hace inmunes frente a la violencia simbólica que ejerce el poder. Hemos abierto los ojos; ya no pueden manipularnos. Basta de propaganda hipnótico-consumista: Este es el verdadero antídoto contra el veneno publicitario – Proyecto Squatters.

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